“El tema tratado por willian es la crisis social presente en el país. Colombia es hoy el país con mayor índice de criminalidad en el planeta, y la inseguridad va convirtiendo sus calles en tierra de nadie. Muestra fuertes niveles impositivos y altísimos niveles de corrupción en la administración”[1]. La visible pasividad de la sociedad colombiana alarma a los visitantes. Por que no se ve una lucha en busca de sus derechos. Muy contrario a lo que hace el pueblo Frances con sus continuas marchas, por que saben de lo que son capaz cuando sus gobernantes olvidan que son pagados por el pueblo y que son apenas los representantes de su voluntad. Lo cierto es que Colombia ha pospuesto demasiado tiempo la reflexión sobre su destino, la definición de su proyecto nacional, la decisión sobre el lugar que quiere ocupar en el ámbito mundial; pospuesto demasiado tiempo las reformas que reclamaron, uno tras otro, desde los tiempos de la Independencia , los más destacados hijos de la nación, casi todos ellos fueron sacrificados por la mezquindad y por la codicia, querían un país afirmado en su territorio, respetuoso de su diversidad.
El país está en muy malas manos. Quienes se dicen representantes de la voluntad nacional meros negociantes, vividores que no se identifican con el país y que no buscan su grandeza. Si algo caracterizó a nuestra sociedad desde los tiempos de la Independencia , es que sistemáticamente se frustró aquí la posibilidad de romper con los viejos esquemas coloniales. Siguió sintiéndose una provincia marginal de la historia, siguió discriminando a sus indios y a sus negros, avergonzándose de su complejidad racial, de su naturaleza.
La historia de Colombia es la historia de una prolongada postergación de la única aventura digna de ser vivida, aquella por la cual los colombianos tomemos verdaderamente posesión de nuestro territorio, tomemos conciencia de nuestra naturaleza -una de las más hermosas y privilegiadas del mundo-, tomemos conciencia de la magnífica complejidad de nuestra composición étnica y cultural,
Colombia posee, según es fama, la mayor diversidad de pájaros del mundo. Verdad es que grandes poderes externos estuvieron interesados desde siempre en mantener nuestra economía en condiciones desventajosas. Pronto se decidió que el canal sería panameño, y Estados Unidos, nuestro solícito hermano mayor continental, que acababa de vivir una guerra gigantesca y terrible para impedir una segregación en su sagrado territorio, financió la segregación de Panamá y obtuvo a cambio la construcción y administración del canal interoceánico por un siglo. Colombia ayuda a los demás pero no a si mismo. La Iglesia y el Estado se confundieron, el índice católico prohibió la lectura libre durante buena parte del siglo y la educación estuvo manejada por la Iglesia ,
Luego comenzó un enfrentamiento entre los dos partidos del país. Como respuesta a la violencia antiliberal, el sector popular del liberalismo emprendió una defensa de los campesinos perseguidos, que rápidamente fue configurándose como una enorme rebelión popular bajo la orientación del caudillo Jorge Eliécer Gaitán. Gaitán comprendió muy pronto que Colombia necesitaba con urgencia grandes reformas sociales, y el proyecto nacional siempre postergado se convirtió en su bandera.
La segunda fue la Violencia de los años cincuenta, que despobló los campos de Colombia e hizo crecer dramáticamente las ciudades con millones de desplazados arrojados a la miseria. El crimen de Gaitán produjo en todo el país un espontáneo levantamiento hecho de frustración y de desesperanza, pero incapaz de grandes propósitos y aun de trazarse nobles tareas inmediatas. Colombia vivió una verdadera orgía de sangre que marcó desalentadoramente su futuro. Más asombroso aún es que quienes precipitaron al país en ese horror sean los mismos que siguen dirigiéndolo, que produjeron lo que tenemos hoy en día como país. Siempre nos dijeron que la Violencia de los años cincuenta fue una violencia entre liberales y conservadores. Pero en realidad fue una violencia entre liberales pobres y conservadores pobres, mientras los ricos y los poderosos de ambos partidos los azuzaban y financiaban su rencor, dando muestras de una irresponsabilidad social infinita. La Violencia no podía ser una iniciativa popular, pues no iba dirigida contra quienes se lucraron siempre del pueblo.
Como ocurre al final de todas las guerras, sobre los campos todavía humeantes de la Violencia se firmó un pacto, y ese pacto fue el llamado Frente Nacional, por el cual los dos partidos irreconciliables se convertían en uno solo con dos colores y la misma ideología, y se repartían el poder durante 20 años.
El país que surgía de aquella catástrofe no era sin embargo el mismo. Se habían invertido los índices de población urbana y de población campesina, las ciudades crecían inconteniblemente, Colombia tenía muchos menos propietarios que antes, y un oscuro porvenir de miseria y de desempleo se cernía sobre las nuevas muchedumbres urbanas. En ese panorama el Frente Nacional mostró al país sus innovaciones. Confirmó al Estado, previsiblemente, como un instrumento para garantizar privilegios; sólo permitió la iniciativa económica en el ámbito de las clases, familias y empresas tradicionalmente emparentadas con el poder, y cerró las posibilidades de acceso a la riqueza a las clases medias emprendedoras, persistiendo en la política de negar el crédito y la capitalización a las clases humildes. Finalmente, fue incapaz de garantizar fuentes de trabajo para las multitudes que seguían llegando a los grandes centros urbanos, les cerró a los pobres la posibilidad de acceso a niveles mínimos de vida y condiciones mínimas de dignidad, permitió el crecimiento y la proliferación de cinturones de miseria alrededor de las ciudades, y persistió en la vieja actitud señorial de no considerar que el Estado tuviera deberes frente a los pobres, de modo que le bastó con estimular campañas privadas de caridad. Todo lo que somos socialmente desde entonces es fruto del Frente Nacional.
Esos 20 años de Frente Nacional trajeron algunos de los males mayores de la sociedad colombiana actual, males que se sumaron a los muchos que ya arrastrábamos desde los viejos tiempos. Ejemplo se prohibió toda oposición legal, cosa que sólo puede ocurrir en las dictaduras más cerriles, surgió y se fortaleció la oposición ilegal, la oposición armada, que ha crecido hasta ser dueña de la mitad del país. Es muy difícil sostener una sociedad señorial, racista, excluyente y mezquina, en la que sobreviven términos como "gente bien", "gente de buena familia. Pero se da además el caso de que el discurso público de la sociedad industrial, es decir, la publicidad, pregona en todos los tonos posibles que la única condición digna de admiración y de respeto es la riqueza, el pobre espectador descubre que le están vendiendo el suplicio de Tántalo; que, ávido por ser rico para obedecer las órdenes melodiosas de los medios y para merecer el respeto de su condición humana, la sociedad no se lo permite porque está organizada para impedir toda promoción, para perpetuar a los ricos en su riqueza y dejar que los pobres se mueran a las puertas de los hospitales. Cuando el Estado se esfuerza por hacer cosas en beneficio de los pobres, todo lo hace de un modo limosnero y exterior, porque los pobres no están representados en el Estado.
Colombia ha tenido ya muchos héroes, pero lo triste es que los necesita, siendo evidentes la corrupción y el delito, el increíble exterminio de todo un partido político de oposición, las calles populosas de indigentes que bandas de muchachos ricos salen a asesinar en la noche, siendo evidente el abandono de los campos, la quiebra de las empresas nacionales en nombre de la modernización, siendo evidente que la mitad del país no parece merecer respeto ni futuro, decirlo es ilegal y combatirlo puede ser mortal.
Estamos en un país cuya lengua es hija del latín y del griego; que ha profesado por siglos una religión de origen hebreo, griego y romano; que se ha propuesto el modelo democrático debido a la Revolución francesa y que se reclama defensor de la Declaración de los Derechos del Hombre; una sociedad que se ha formado instituciones siguiendo el modelo liberal europeo, no puede pretender encontrar soluciones ignorando esa tradición. Ningún país podrá construir jamás un orden social justo y equilibrado si no es capaz de reconocerse a sí mismo y de diseñar su proyecto económico, político y cultural a partir de esa conciencia de sus posibilidades y sus limitaciones.
Es importante los trabajos hechos pero aun mas los que faltan por hacer. Está en la labor admirable y generosa de Gerardo Reichel-Dolmatoff, quien nos reveló los mundos asombrosos de misterio y de sabiduría de los pueblos indígenas a los que nuestra cultura oficial había considerado siempre salvajes y primitivos. Yo sueño un país que cuando hable de desarrollo hable de desarrollo para todos, y no a expensas del planeta sino pensando también en el mundo que habitarán las generaciones futuras; que cuando hable de industria nacional sepa recordar, como Gaitán, que industria son por igual los empresarios, los trabajadores y los consumidores. Yo sueño un país consciente de sus tierras, de sus árboles, de sus mares y de sus criaturas, donde hablar de economía sea hablar de cómo vive el último de los hijos de la república. Yo sueño un país donde sea imposible que haya gentes durmiendo bajo los puentes o comiendo basuras en las calles. Yo sueño un país cuya moneda pueda mostrarse y negociarse en cualquier lugar del planeta. Yo sueño un país que gane medallas en los Juegos Olímpicos. Yo sueño un país de pueblos y ciudades hermosas y dignas, donde los que tengan más sientan el orgullo y la tranquilidad de saber que los otros viven dignamente. Yo sueño un país donde un indio pueda no sólo ser indio con orgullo, sino que superando esta época en que se lo quiere educar en los errores de la civilización europea aprendamos con respeto su saber profundo de armonía con el cosmos y de conservación de la naturaleza. Yo sueño un país donde tantos talentosos artistas, músicos y danzantes, actores y poetas, pintores y contadores de historias, dejen de ser figuras pintorescas y marginales, y se conviertan en voceros orgullosos de una nación, en los creadores de sus tradiciones.
Y hay una pregunta que nos está haciendo la historia: ahora que el rojo y el azul han dejado de ser un camino, ¿dónde está la franja amarilla?
El tema tratado por este autor es uno de las crisis mas importantes que hay en la actualidad en nuestro país y que se ha venido consolidando desde mucho tiempo atrás, el énfasis es lograr la toma de conciencia lo que me parece formidable y no ajeno a lo que creo que nosotros como estudiantes intentamos hacer.
Es muy cierto decir que el país esta en malas manos, pero que se puede decir si nosotros los apoyamos en la mayoría de las decisiones que para mi son incorrectas, llegando a estar a favor del estado y no de entes como los indígenas, los niños y jóvenes entre otros que necesitan a gritos la ayuda de todos nosotros para no exterminar lo que nos queda de país y comenzar un cambio que nazca de la iniciativa individual y se convierta en un fin social y común.
Siempre se ha sabido que Colombia nunca se tiene en cuenta como país autónomo por parte de las otras naciones, que nos ven como una fuente mas de ingresos de la que puedes recibir sin que te pida nada a cambio, claro ejemplo los estados unidos con muchas de las cosas que a ganado de nuestro país, sin devolver mas que algunos pocos pesos. Pero como no vamos a sufrir esto si desde adentro ya hay muchas inconsistencia por el uso del poder, por la falta de oportunidad de expresar las ideas y la manipulación del estado y la iglesia que eran los ricos del momento.
La lucha entre liberales y conservadores me parece una perdida de tiempo, por que se reconoce que el partido liberal intento defender a los campesinos y su desplazamiento, sin embargo fue inevitable my muchas familias fueron desalojadas, como es el caso de mi familia. Aunque apareció Gaitán con sus grandes ideas de país mejor fue callado y enviado a la tumba, y lo que me parece grave es que fue un hombre del pueblo, por uno de los que Gaitán tanto defendía, sabiendo que el de las verdaderas intenciones era un señor con poder que temía que Gaitán le quitara lo mucho que tenia para dárselo a los pobres. Pero a pesar de eso la situación de callar a los de pensamiento diferente y los que están en contra, se volvió costumbre como lo podemos apreciar en cada uno de periodistas, profesores o hasta estudiantes que optaron por usar capucha pero que son llamados terroristas como medio de desviar un poco mas la atención del resto de población que comenzar a pensar por medio de lo que la televisión y los medios quieren mostrar, alejándonos cada vez mas de la realidad.
Willian reconfirma lo que ya tratamos en clase por medio de varios ejemplos que nos demuestran una vez más que somos una copia de las supuestas elites, y procuramos alcanzarlas algún día, como la lengua o la religión que nos ha causado tanto daño. Pero si el problemas es reconocernos deberíamos comenzar por recordar quien somos, de donde en realidad venimos y cuales son las crisis que nos aquejan y nos las que el mundo nos plantea. Dejar a un lado lo que el mundo cree como bueno y lograr identificar en realidad que es bueno para nosotros, axial nos cataloguen de tercermundistas pasaríamos a tener mejores condiciones de vida en una sociedad que sea de todos y para todos.
Sin embargo no hay que olvidar a quienes han intentado mostrar el país en su versión natural como el ejemplo que da willian y el reconocimiento de grupos indígenas que en su mayoría son llamados por nosotros como indios o salvajes, pero esto nos es lo peor, lo peor es que esta la idea absurda o el pensamiento absurdo de que lastima esa gente que vive en la selva, pero en realidad no habría que sentir lastimar por nosotros que cambiamos hasta nuestras costumbres.
Por otro lado willian ofrece otro tema de interés y como complemento para explicar todo lo dicho anteriormente. “La violencia. Los choques armados reaparecieron cuando se libró la guerra de Independencia, que enfrentó a los criollos con los españoles. La primera riqueza nacional que no parece haber producido una guerra de inmediato fue el café. Vino después la guerra de la industrialización, que se manifestó sobre todo como persecución contra las organizaciones de trabajadores fluviales, contra los sindicatos y contra los trabajadores bananeros, uno de cuyos episodios fue la nunca olvidada masacre de 1928. “[2]
A partir de 1940 comenzó una nueva guerra, a la que se ha llamado a secas la Violencia , pero que bien podría llamarse la guerra del café, ya que se centró en los departamentos cafeteros de Colombia, es decir, los que sostenían al país, pues desde hacía casi un siglo el café se había convertido en la principal fuente de ingresos de nuestra sociedad.
Apenas terminaba la violencia que dio origen a nuestras ciudades modernas cuando recomenzó la violencia guerrillera, que ahora unía a las guerras agrarias por la tierra, los conflictos engendrados por la pobreza, la exclusión y el resentimiento. La violencia fue utilizada para reprimir el descontento y las demandas democráticas de la población; la violencia era el sustituto de las reformas liberales. También se dio entonces el avance violento de la colonización y de los desplazados sobre los territorios menos explorados del país, sobre la Orinoquia y la Amazonia , y el descubrimiento de nuevas riquezas, con el inevitable presagio de nuevas guerras derivadas de ellas. Así nació la guerra de la marihuana, y gradualmente después la guerra de la coca, que acabaría enfrentando a los grandes traficantes de cocaína con el Estado, al Estado con los pequeños productores de hoja de coca, y a una comunidad pobre, forzada a vender lo que le compran, con un imperio opulento y hastiado que nunca pagó tan bien los frutos del trabajo honesto y abnegado de nuestros campesinos. Las minas que produjeron el metal en otro tiempo fueron explotadas con recursos artesanales, de modo que todavía sus filones profundos pueden ser desentrañados por la gran tecnología contemporánea.
También quiero señalar que en nuestra historia cada guerra parece haber correspondido a una riqueza particular: al oro, a las perlas, a las esmeraldas, al café, al caucho, a la marihuana, a la coca. Incluso a veces a riquezas fantásticas como la canela, a riquezas potenciales como el canal interoceánico, a riquezas infames como la esclavitud. Y ello parece también presagiar tristemente que toda nueva riqueza o toda riqueza que responda a nuevas necesidades, podría dar pie entre nosotros a nuevas violencias, a nuevas guerras. Ello nos hace pensar y temer que la biodiversidad, la gran riqueza del futuro, y el santuario de los páramos colombianos, puedan suspender sobre nuestro porvenir la amenaza de las guerras de la biología, de las guerras del agua, cada vez más escasa en el planeta.
También quiero señalar que en nuestra historia cada guerra parece haber correspondido a una riqueza particular: al oro, a las perlas, a las esmeraldas, al café, al caucho, a la marihuana, a la coca. Incluso a veces a riquezas fantásticas como la canela, a riquezas potenciales como el canal interoceánico, a riquezas infames como la esclavitud. Y ello parece también presagiar tristemente que toda nueva riqueza o toda riqueza que responda a nuevas necesidades, podría dar pie entre nosotros a nuevas violencias, a nuevas guerras. Ello nos hace pensar y temer que la biodiversidad, la gran riqueza del futuro, y el santuario de los páramos colombianos, puedan suspender sobre nuestro porvenir la amenaza de las guerras de la biología, de las guerras del agua, cada vez más escasa en el planeta.
no es que nuestras riquezas tengan que producir fatalmente guerras, sino que esa abundancia, unida a una crónica debilidad del Estado y a las discordias de la sociedad, no le permiten a un país tener la fortaleza para defenderlas ni el acuerdo para compartirlas y aprovecharlas.
. Pero a pesar de que nuestras élites lo miren con recelo -pienso que sobre todo por ser mulato-, nuestros empresarios no ignoran que en Venezuela se han incrementado de un modo notable las ventas de productos importados de Colombia; que hoy Colombia, gobernada por sus elegantes señores blancos, se está beneficiando de la bonanza petrolera propiciada por Chávez y está derivando importantes ingresos de sus vecinos venezolanos y ecuatorianos. Cuba es un país pobre: no tiene economía fuerte, ni poderío militar; tal vez lo único que tiene es un señor furioso gritando desde una tribuna, pero eso le basta para mantener a raya al mayor imperio del mundo.
Colombia sigue siendo una sociedad llena de riquezas pero llena de exclusiones y de privilegios, que posterga siempre a sus ciudadanos, donde se gobierna siempre en función de unos cuantos caballeros de industria pero se espera que sólo el pueblo dé la vida por las instituciones, donde falta un orden de prioridades en el cual lo primero sea la educación y la dignificación de la comunidad, donde falta un esfuerzo de cohesión y de equilibrio social que permita aprovechar esas riquezas en función de su propia gente, donde se siente cada vez más dramáticamente la falta de una nueva dirigencia orgullosa y generosa que sepa inscribir a su país en el mundo sin servilismo y sin simulación, sin las postergaciones de la mentalidad colonial, conociendo el país y valorando sus singularidades y su indudable originalidad.
En Colombia en los años setenta se ahogaron los reclamos de los estudiantes por una educación moderna, adecuada a la realidad de su país y que dialogara orgullosa-mente con el mundo. Así se postergó siempre la gran revolución de la educación que permitiera a las nuevas generaciones formarse una idea más compleja del país al que pertenecían y ser el nuevo puente con la realidad planetaria. En Colombia se pasó en los años ochenta de producir café y petróleo, a producir marihuana y cocaína para esos mercados lejanos que siempre fueron prioritarios. En Colombia se llegó a creer que era posible importarlo todo sin producir aquí riqueza alguna, como si uno pudiera adquirir cosas sin entregar nada a cambio; se creyó que se puede tener un país de comerciantes sin tener un país de productores, pero eso sólo permitió que grandes industrias clandestinas y violentas sustituyeran todo el andamiaje de la economía tradicional.
En el centro de nuestros conflictos está también el tema del mestizaje, el tema de la valoración de las culturas nativas y la vigencia de sus mitologías frente a la defensa de la naturaleza. lo cual nos impone la búsqueda de soluciones y de respuestas: el tema de la diversidad étnica y geográfica, el tema del desarrollo desigual del campo y la ciudad, el tema de la urbanización acelerada con todos los conflictos sociales que genera, el tema de la pérdida de tradiciones y de su improvisada sustitución por modas, el tema del debate religioso entre formalidad y ética, el auge tardío entre nosotros de la reforma protestante, la actitud de los jóvenes sin horizonte enfrentados a encrucijadas de peligro y violencia, el tema de la construcción de estados nacionales en sociedades de gran diversidad, en estas sociedades poscoloniales, deformadas por la exclusión y violentadas por la injusticia, el tema del choque entre el individualismo de la sociedad de consumo y la necesidad de sociedades coherentes, solidarias y con valores comunitarios: podemos decir que lo que está en juego en Colombia es ya lo mismo que está en juego en todo el mundo contemporáneo.
Las guerras siempre han sido importantes en el porvenir de las naciones, pero hay que acotar que casi nunca se presentar guerras que para mi son bobas, entre los mismo miembros del país por las riquezas que son de todos, pero a las que le sacan provecho algunos pocos. Pero no contentos con aprovechar lo de todos insisten en quitarles a los pocos que poseen algo, dando aqui respuesta donde nace el gran desplazamiento de los campesinos de la provincia a las ciudades. El problema que nos aqueja últimamente es el que corresponde como lo dice willian al de la biodiversidad, a lo que estoy completamente de acuerdo por que gracias a la oligarquía de los lideres de la nación han logrado segarnos, o mas bien convencernos que los que valen la pena son los blancos, pero la pregunta seria cuales blancos, acaso los que están en el poder o los de familia de bien como se acostumbra a decir. O quizás los estadounidenses a los que les guardamos tanto respecto y les brindamos lo que este en nuestras manos y hasta más. Es sensato reflexionar acerca de lo que integra nuestra nación, si quizás los que sobren no sean los indígenas o los negros, si no mas bien la cantidad de blancos que quieren tener el país a su antojo gracias a sus riquezas que supera la de la mayoría del país, es importante pensar en eso pero inclusive aun mas importante no rebajarnos a su nivel excluyéndolos, que es lo que mas se debería reprochar de la cantidad de actos herrados.
El verdadero problema es que nos hace falta pantalones para reconocer lo que es nuestro y aun mas de utilizarlo como es debido, dejando a un lado lo que nos ordena, por que para mi ya son ordenas la relación Colombia estados unidos, y por que no unirnos a la que siempre ha sido la familia, los países vecinos, que aunque en este momento estemos en esa crisis con ellos aun siguen contribuyéndonos con algo, como el ejemplo del petróleo de Chávez. Es que no hay que ser una potencia en armas o fuerzas militares, basta con ser una potencia en pensamiento, pero en pensamiento conjunto. Como es posible que Cuba siendo tan pobre, supuestamente más pobre que nosotros logren espantar a los estados unidos, solo por el coraje de su presidente que en realidad la tiene clara.
Todo esto servirá para tomar conciencia y mas nosotros los estudiantes que somos unos de los pocos que conocemos la realidad y lograr realizar la tan anhelada modernización de la educación, haciendo que coja mas protagonismo y quitárselo a quien por mucho la ha tenido, la exclusión, el desplazamiento, la producción de coca y marihuana.
Estoy muy de acuerdo con cada uno de los temas tomados por willian Ospina como urgentes de ser tratados. Y me parece adecuado la forma en que presento el tema y mas aun la forma en que argumento de donde salio cada problema y la forma en que debemos combatirlo.
Me parece que es importante la lectura de este trabajo para el proceso que llevamos durante el transcurso de la materia, por que el tema principal es lograr reconocernos como personas y como colombianos, lo cual es uno de los objetivos que aunque para mi no se hecho explicito ha venido saliendo a luz continuamente, no solo con el trabajo en clase si no también con los aportes que nos hace el profesor, con las salidas e investigaciones que se nos plantean, para mi es muy importante como persona saber que pregono ser colombiano, pregono conocer el país donde vivo, pero en realidad poco a poco a poco he comprendido que desconozco muchas cosas y aun mas grave es que las grandes mayorías las desconocen. Gracias a esto he tomado una conciencia pero creo que otro problema que no es tratado por willian es como hacer para combatir a lo que no estamos de acuerdo, ¿marchando?, creo que esta opción es buena pero ya esta un poco mal gastada, ese un interrogante que me aqueja pero que es fácil de arreglar.
[1] Ospina William. Colombia: el Proyecto nacional y la Franja Amarilla.http://www.revistanumero.com/9franja.htm